Semana de la Eucaristía. Meditación, sábado 13 de marzo de 2021

Santa Clara.

¡Con qué humildad, a pesar de su debilidad y la necesidad de ser ayudada, se postra rostro en tierra! «Los instantes de peligro inminente excluyen la reflexión: el corazón revela entonces sus impulsos íntimos. Si Clara acude tan espontáneamente a Cristo en el Santísimo Sacramento, si le pide ayuda y le confía el cuidado de defender a las hermanas, en vez de recogerse simplemente en Dios, es, sin duda, porque estaba habituada a buscar a su Señor en la hostia consagrada»,

¡Cuántas veces nos han representado este momento con una Clara airosa que avanza segura alzando la custodia frente al enemigo! Y nos hacía pensar que aquellos hombres naturalmente supersticiosos, aturdidos al intuir lo numinoso, habían huido atemorizados. Mas, sobre los testimonios cuidadosamente comparados, hemos de reconstruir de otra forma la escena. Clara se mantiene en la brecha, sostenida por dos hermanas. No enarbola la custodia en sus manos, sino que hay una cajita ante ella, tal vez en sus manos en algún momento; pero todo fue más sencillo, más humilde, ¡más divino!

Él había respondido «verdaderamente presente» a la súplica de Clara. Y si alguien tuviese dificultad en aceptar el testimonio de las hermanas de haber percibido sensiblemente la palabra del Señor, bástele la realidad bien visible que siguió: la súbita retirada del enemigo cuando tenía la presa a pocos pasos.

Propósito: rezar por todos aquellos que te hacen el mal a ti y a los demás.

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