Retomamos este mes de octubre las prácticas cristianas que nos recomiendan nuestros sacerdotes para vivir en nuestros hogares, en esta ocasión se trata de Santiguarse al salir de casa o en otras ocasiones.
Santiguarse al salir de casa
La señal de la Cruz es un signo visible con el que damos testimonio de vida cristiana y con el que nos identificamos con Cristo como discípulos. Al hacer la señal de la Cruz invocamos a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) encomendándonos a Dios, bendiciéndonos y bendiciendo a quienes signamos. Es conveniente al comenzar nuestra actividad diaria o al salir de casa hacer la señal de la Cruz, convirtiéndose en un saludo al Señor en nuestra personal relación de amistad; además, con este gesto podemos pedir al Señor que nos ayude en las dificultades y que nos libre de los peligros. Este signo de fuerza y esperanza será necesario que sea bien hecho, con firmeza y devoción; meditando las palabras y consagrando al Señor nuestros pensamientos, nuestro corazón y nuestras obras mientras tocamos con la mano derecha la frente, el pecho y los hombros.
Texto del Evangelio
Así pues, ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.
(1 Cor 10, 31-33)
Práctica
¿Cuándo tenemos que hacer la señal de la Cruz? Uno de los padres de la Iglesia, Tertuliano, dice al respecto:
“En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, [… ] en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz.”
Oraciones breves (jaculatorias) que podemos acompañar en silencio y en el interior de cada uno al hacer la señal de la Cruz:
– ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
– ¡Dios mío, ven en mi auxilio!
– ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
– ¡Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu!
– ¡Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo!
– ¡Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, ten piedad de nosotros!
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