Leer la Palabra de Dios

La práctica cristiana propuesta por nuestros sacerdotes para este mes es Leer la Palabra de Dios junto a nuestros hijos. Espero que disfrutéis mucho la lectura.

Los padres y tutores encargados de orientar a los hijos y jóvenes tenemos la responsabilidad de instruirlos; para llevar a cabo, transmitir y saber desempeñar esta labor tenemos la orientación que aporta la gran sabiduría de la Sagradas Escrituras. Este valioso tesoro atemporal -Dios no cambia y los deseos y naturaleza humana tampoco-, enriquecerá nuestra búsqueda de Dios personal y familiarmente, así como evitará a todos buscar amor y satisfacción en los lugares equivocados. Es importante que los adultos nos sentemos con nuestros jóvenes a leer la Biblia porque encierra valiosos principios dados por Dios y que Él nos ha dejado para vivir mejor y conocer su Voluntad.

Las Sagradas Escrituras pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y es también útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. (2 Tim 3,15-17)

La Sagrada Palabra es fuente de agua viva y cada uno debe beber de ella según su necesidad; es palabra revelada, tan importante que Jesús dijo de ella:

Texto del Evangelio

[Jesús cuando fue tentado en el desierto contesta al diablo:]

«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». (Mt 4,4)

Práctica

1º) Escoger una Biblia apropiada.

2º) Compartir juntos las lecturas.

3º) Dialogar sobre la lectura.

4º) Decidir cuál es el mensaje que la lectura nos deja.

5º) Reforzar el mensaje con alguna actividad en la semana.

Es recomendable que la familia revise previamente en casa las lecturas que se proclamarán en la Misa Dominical, ya que ayudará a toda la familia a avanzar en la comprensión de la Palabra.

Oración que precede a la lectura:

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía, Señor, tu Espíritu y todas las cosas serán creadas.

Y renovarás la faz de la tierra.

Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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