Aquí tenemos un sermón de San Juan de Ávila sobre la venida del Espíritu Santo, para que nos ayude a prepararnos para Pentecostés y acoger en nosotros al Huésped del alma.
Lo que obra el soplo del Espíritu Santo
Sermón 30, en Obras Completas, BAC (2000), Vol III, pp. 363-377
17. ¡Oh mercedes grandes de Dios! ¡Oh maravillas grandes de Dios! ¡Quién os pudiese dar a entender lo que perdéis y también os diese a entender cuán presto lo podríades ganar! Gran mal y pérdida es no conocer tal pérdida, y muy mayor pudiéndola remediar, no la remediar. Quiérete Dios bien; quiérete hacer mercedes, quiérete enviar su Santo Espíritu; quiere henchirte de sus dones y gracias, y no sé por qué pierdes tal Huésped. ¿Por qué consientes tal? ¿Por qué lo dejas pasar? ¿Por qué no te quejas? ¿Por qué no das voces?
19. Así como Jesucristo predicaba, así ahora el Espíritu Santo predica; así como enseñaba, así el Espíritu Santo enseña; así como Cristo consolaba, así el Espíritu Santo consuela y alegra.¿Qué pides? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres más? ¡Que tengas tú dentro de ti un consejero, un ayo, un administrador, uno que te guíe, que te aconseje, que te esfuerce, que te encamine, que te acompañe en todo y por todo! Finalmente, si no pierdes la gracia, andará tan a tu lado, que nada puedas hacer, decir ni pensar, que no pase por su mano y santo consejo. Seráte amigo fiel y verdadero; jamás te dejará si tú no le dejas.
Así como Cristo, estando en esta vida mortal, obraba grandes sanidades y misericordias en los cuerpos de los que lo habían menester y lo llamaban, así este Maestro y Consolador obra estas obras espirituales en las ánimas donde Él mora y está en unión de gracia. Sana los cojos, hace oír los sordos, da vista a los ciegos, encamina a los errados, enseña a los ignorantes, consuela a los tristes, da esfuerzo a los flacos. Como Cristo andaba entre los hombres haciendo estas tan santas obras, y así como estas obras no las pudiera hacer si no fuera Dios, y hízolas en aquel hombre, y llamámoslas obras que hizo Dios y hombre, así estotras que hace acá el Espíritu Santo en el corazón donde mora, llamámoslas obras del Espíritu Santo con el hombre como menos principal.
20. ¿No se llama desdichado y malaventurado quien no tiene esta unión, quien no tiene tal huésped en su casa, quien no tiene tal consejero, quien no tiene tal guía, tal arrimo, tal ayo y consolador y conservador? Y porque no le tenéis, andáis cuales andáis desconsolados, tristes, sin ánimo, llenos de amargura, sin devoción, llenos de miserias. Decidme, ¿habéislo recebido? ¿Habéislo llamado? ¿Habéisle importunado que venga? ¿Cuántas lágrimas os cuesta? ¿Cuántos suspiros? ¿Cuántos ayunos? ¿Qué devociones habéis hecho? ¡Dios sea con vosotros! No sé cómo tenéis paciencia ni cómo podéis vivir sin tanto bien. Mirad, todos los bienes, todas las mercedes y misericordias que Cristo vino a hacer a los hombres, todas ésas hace este Consolador en nuestras ánimas; predícate, sánate, cúrate, enséñate y hácete mil cuentos de bienes.
Fuente: http://sanjuandeavilaconferenciaepiscopal.es/
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