La práctica cristiana que se nos propone este mes va muy en consonancia con la celebración de Pentecostés que hemos tenido este domingo. Aprovechemos este tiempo de verano para llevarla a cabo en nuestras familias.
Frecuentemos el Espíritu Santo
La primera comunidad cristiana se conforma como incipiente Iglesia con el acontecimiento del descenso del Espíritu Santo sobre unos temerosos Apóstoles. Al poco de recibir todos éstos reunidos en el Cenáculo el Espíritu Santo, y tras el estrépito de los fenómenos acaecidos por la efusión del Espíritu, una multitud de estupefactos y desconcertados judíos venidos de todos los pueblos se congregan y escuchan el testimonio de Pedro sobre lo que están viviendo con una fuerza y claridad que no es propia de él. Es en este momento cuando comienza la Iglesia su andadura, cuando el Espíritu Santo desciende, tal y como prometió Jesús, transformando a los Apóstoles y revistiéndolos de una fuerza sobrenatural a los que han nacido del agua y del Espíritu.
Por todo ello, cuando los creyentes recibimos el Espíritu Santo en el Bautismo y en la Confirmación nos convertimos personalmente en la residencia donde Dios obra, es decir, en templos de este dulce huésped del alma.
Texto del Evangelio
Jesús dijo a sus discípulos:
«Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito -defensor, consolador-, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. … No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. … pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho». (Jn 14, 16-26)
Práctica
Proponemos como práctica:
- La invocación al Espíritu Santo como forma de comenzar nuestra oración en la que el Espíritu intercederá ante el Padre por nosotros y nos ayudará en nuestras debilidades y flaquezas.
- Pidamos al Espíritu Santo que afiance los vínculos en nuestra familia.
Oración
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu y todas las cosas serán creadas.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.
Por Cristo nuestro señor. Amén
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