Publicamos ahora la meditación correspondiente al quinto lunes de Cuaresma compartida con todos nosotros por nuestro seminarista Rafael.
Lunes V Cuaresma (30-03-2020)
“Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.”
Desde la primera luz del día, Jesús ya se ha presentado “de nuevo” en el templo, es decir, en “su” templo, que soy yo, que eres tú. Puedo levantarme hoy, o cualquier día, y pensar: “estoy bautizado, soy templo de Dios, ¡el Señor vive en mí!” Ante semejante presencia, no puede brotar otra cosa de mi alma que recibirle, que acogerle desde esa primera hora… Y lanzarme ya a estar con Él, a alabarlo, a escuchar sus palabras, a darle gracias por el nuevo día, a pedirle…
De hecho, vemos que “todo el pueblo acudía a él”. Es difícil no preguntarse por qué este mismo pueblo estará la semana que viene pidiendo su muerte en la cruz. Sin embargo, no nos debe de resultar muy extraño cuando nos miramos a nosotros mismos y comprobamos nuestra fragilidad e inconstancia. Parece, incluso –o así lo veo en mí–, que sólo acudiésemos con verdadera fe y confianza a al Señor ante circunstancias difíciles, como las de ahora. En todo caso, él se sigue presentando en nuestro templo, y desea ardientemente que veamos quiénes somos: unos pobrecillos necesitados de Él.
“Y, sentándose, les enseñaba.”Quien acude confiado a Jesús, nunca se marchará sin su enseñanza –aunque quizás aún no la comprenda–. ¿Y cuáles la enseñanza principal de Cristo? Hoy las lecturas nos lo dejan bien claro: la misericordia. Y es que, cuando uno se pone tal y como es ante el Señor, ya sea con la confianza de la inocente Susana, o con el pecado de la mujer adúltera, no recibirá más que misericordia derramada a raudales sobre él. Una misericordia que brota de su Corazón traspasado en la Cruz, ¡y ya estamos en la recta final para contemplar ésto!
Rafael, seminarista
Descargar: Meditación lunes V Cuaresma.pdf
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