Escritos de San Juan de Ávila. Anunciación de Nuestra Señora.

En torno a la fiesta de la Encarnación proponemos reflexionar sobre el Sermón 63 de San Juan de Ávila que nos lleva precisamente al Evangelio de la Anunciación a Nuestra Señora la Virgen María.

Evangelio de la Anunciación

El santo Evangelio cuenta esta santa salutación y dichosa nueva. Vamonos guiados con él y saludemos la Virgen. Missus est ángelus Gabriel a Deo. «Cuando quiso Dios hacer misericordias al mundo, cuando quiso mostrar hasta dónde llegaba su amor»… Anduve buscando qué día fué éste, cómo llamalle, y no lo pude hallar ni le supe dar el nombre. ¿Qué día es hoy? Día de tales nuevas llámese día de las misericordias de Dios. ¡Bendígante los cielos, Señor! Si le llamamos día del remedio del mundo, eslo; si día de redempción de captivos, eslo; si le llamamos día de
desposorios, eslo; si día de dar grandes limosnas, eslo también. El que supo la misericordia, aquél sea el que nos dé a entender el día que es hoy y nos dé a entender cuán grande sea la gracia que hoy recibió el mundo, y la ponga en nuestros corazones, para que la conozcamos.

«Cuando vino el tiempo de derramar Dios sus misericordias en el mundo, el tiempo de enseñar a los hombres hasta dónde llegaba, qué tanto se extendía su misericordia…»

Dice San Ambrosio: «Tú que lees esto, mira la letra y nota el misterio. Casada y preñada; casada con uno y empreñada por otro; casada con hombre y empreñada por Dios; casada, y preñada por Espíritu Santo. Nota el misterio». Cada una de nuestras iglesias cristianas está casada con uno y empreñada por otro; casada con el prelado, con el pastor, y empreñada por otro, que es Dios; casada con hombre y empreñada por Dios. ¿Qué es el perlado, el predicador? Están las ánimas casadas con él, mas allá dentro entra Cristo en sus entrañas y las empreña con su virtud y con su palabra, para que hagan frutos saludables. No sabré yo decir este misterio. Yo asconderé, dice Dios, esto de vuestros ojos; esto que hoy hago, este gran secreto no sabrá nadie hablallo, no lo alcanzará entendimiento de carne. Bien lo sabemos, que en aquel día yo quitaré la maldad de la tierra, quitaré los pecados del mundo, lavaré todas vuestras manchas. ¡Gloria sea a vos, Señor, para siempre! San Gabriel este mismo de hoy dijo al profeta Daniel: Consummetur praevaricatio, et finem accipiet peccatum, et delebitur iniquitas, et adducetur iustitia sempiterna, et adimplebitur visio et prophetia, et inungetur Sanctus Sanctorum. Díjolo que en este tiempo se acabaría la prevaricación, sería quitado el pecado, traerse ha la justicia sempiterna, cumplirse han las visiones cuando fuere ungido el Santo de los santos. Hoy se quita y se ha de quitar el pecado, y se da la justicia. Así que,
si en algún sermón decimos la salutación a la Virgen, hoy es mucha razón que sea mas que en otro algún tiempo.

San Juan de Ávila. 1746. Pierre Subleyras. Óleo sobre lienzo, Museo de Birmingham. Gran Bretaña.

Desque vino tiempo en que quiso Dios dar su misericordia y enseñar hasta dónde llegaba el amor que a los hombres tenía, envía Dios su mensajero, un ángel, un arcángel con la embajada, que la venga a traer a la Virgen. Así hizo Abraham cuando envió por esposa para su hijo Isaac. Llama Dios un grande de su casa, un arcángel; dale una embajada que venga a traer para una doncella desposada con un varón cuyo nombre era Josef, y el nombre de ella, María. ¡Oh, bendito sea Dios!, ¿qué hay en Nazaret? A una provincia, según la honra del mundo muy baja, allí pone Dios sus ojos, allí vino su arcángel, y supo bien la causa. Tomaría figura de hombre; entra en la casa, halla a la Virgen sola y en oración, híncase delante de ella de rodillas, allí muy cerca de ella, que hasta hoy se ven las señales; un marmolito está adonde estaba la Virgen y otro adonde estaba el arcángel. Habla a la Virgen, propone su embajada, y dice: Ave, grafía plena, Dominus tecum: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo; el Señor sea contigo, que todo está bien. Saludóla como se usaba entonces saludar: Paz sea con vos. El Señor lo mandó así: Cuando entráredes en alguna casa, decid: «Paz sea en esta casa». Dice la Glosa: «Quien dice paz, desea y dice todos los bienes juntos». «Paz sea a ti, Señora». San Lucas dice gozo; todo está bueno: «Gozo sea a ti, paz sea a ti, pues ha de venir a ti el que pacificará, alegrará y dará gozo al mundo, razón es que os gocéis; razón es, Señora, que probéis de la fruta ‘que habéis de dar al mundo. Dios te mantenga, Dios te salve, llena de gracia, el Señor sea contigo». Gran salutación fué ésta, buena nueva fué ésta.

¡Bienaventurada doncella! No fué liviana, como Eva, en el creer; alzaría sus ojos y su corazón a Dios, y no respondió [a] esto. Tenía virginal pudicicia y limpieza, que luego se turba. Veía un hombre delante de sí la Virgen; di jóle que estaba llena de gracia, y era graciosa, y alabándola túrbase, que no hay cosa de que tanto se turbe el humilde y más mal suene a sus orejas que verse alabar. «¿Qué será esto? ¿Si es de Dios o no es de Dios?» Buen aviso. ¡Qué recio engaño será pensar que venía a él el Espíritu Santo, y venir el espíritu malo! Y por eso, cuando os viéredes en duda, pedid lumbre a nuestro Señor para conocer si lo que os viene es espíritu bueno o espíritu malo. Y así la Virgen no responde nada.

Y como el arcángel la vió así turbada, proveyóle a su turbación, y dijóle: Ne timeas, María, invenisti enim gratiam apud Deum. Esta gracia que os digo no es acá a los ojos de los hombres; no traigo embajada de hombres, no vengo de mala parte; la gracia que os traigo no es de hombres, sino deDios. Entonces asegúrala Dios. Propone el ángel su embajada, la mayor embajada, la mayor y más alta que nunca jamás se dió. ¡Bienaventurada mujer que tal oyó y vientre que tal recibió!

Estad atenta, doncella; el Señor os manda decir: Ecce concipies, et paries. Oíd, Señora, estas grandezas: Concebiréis y pariréis un Hijo y llamarse ha Jesús, que quiere decir Salvador; éste será grande, y llamarse ha
Hijo del Altísimo, y reinará, y no habrá su reino fin para siempre.
¡Oh, bendito sea quien tal Hijo nos dió, quien tal reino nos dió! Será grande, y terná, no aquel reino cortillo de Judea de cien leguas. ¡Mirad qué grande reino, mirad qué reino de cien leguas! Dalle ha la silla del rey su Padre; reino de David: no aquel reino, sino el figurado por él; que aquel reino de David era muy pequeño, éste muy grande; el de David temporal, éste espiritual; el de David se acabó, el otro nunca se acabará. Darle han el reino de David, y reinará en la casa de Jacob para siempre.

¿Por qué dijo más en la casa de Jacob que cíe Abraham y de Isaac? Porque los que decendían de Abraham y de Isaac fueron fieles y infieles. Isaac fué fiel, Ismael infiel; Jacob fué fiel, Esaú fué malo, infiel y desamado de Dios; pero en la casa y familia de Jacob todos fueron fieles y creyentes. Reinará en la casa de Jacob, conviene a saber, en los que conocen a Dios, en los buenos. Y su reino no se acabará. ¡Qué gentil Mesías tuviéramos, que reinara cien años y se acabara su reino y luego viniera otro! Nuestro Rey y nuestro Mesías para siempre ha de reinar, y su reino no se acabará; que allá donde está en el cielo, acá reina y rige, acá te mantiene, y te defiende, y sustenta, y alcanza gracia y perdón de los pecados, y te libra de los demonios, te consuela en los trabajos y, finalmente, te da todos los bienes.

La Anunciación. Bartolomé Esteban Murillo.
Hacia 1660. Óleo sobre lienzo, 125 x 103 cm. Museo del Prado, sala 017.

Prosigue la embajada y dice: Y será llamado este vuestro Hijo Hijo del muy Alto. Esta palabra será llamado es frasis hebrea; tanto quiere decir como será.

¿Qué mujer sin preguntar ni dudar no recibiera tal Hijo de buena gana? Es tanto el contento que de su virginidad y limpieza tiene la Virgen, que responde: «Angel, ¿cómo se hará esto? Espántame esto». ¡Oh limpieza, que tan amada eres de la Virgen! ¡Oh entrañas limpísimas, qué sellado está en vuestro corazón el amor de la virginidad! No sin causa preguntáis: «Angel, ¿cómo será esto, que no conozco varón?» No es palabra de incredulidad. Mirá que tanto es el amor que tiene la Virgen a su limpieza, que no trueca su virginidad por ser Madre del Hijo de Dios. No dice si será o no, que no lo duda, mas dice: «Enseñadme cómo será; que yo he propuesto y determinado de no conocer varón». Ya lo he dicho otras veces que vale tanto esto como cuando decimos acá: «No como carne»; «tengo propósito de no la comer en toda mi vida». «¿Cómo tengo de concebir? ¿Cómo ha de ser eso? Que yo no querría perder mi limpieza ni querría desobedecer a Dios. Declaráme esto que os pregunto, si se me quedará mi
limpieza, que a Dios bien sé que todo le será pusible». ¡Qué ejemplo para doncellas! En todo quiere agradar a Dios. ¡Oh bienaventurada doncella, que no osa trocar su virginidad por ser madre del Hijo de Dios! ¿Cómo será
esto?

Responde el ángel que no sabe, que no es él el que ha de entender en el negocio, que él por mensajero viene a negociallo, de parte de Dios viene, que el que lo ha de hacer Espíritu Santo es, que El sólo es santo y la carne es sucia; mas: y la virtud y fuerza del Altísimo os hará sombra, os esforzará, os enseñará, os sustentará, que no es tan bajo este negocio, que basten vuestras fuerzas para ello, mas la virtud y fuerzas del muy Alto os hará sombra (frasis hebrea es ésta). Y por eso lo que de ti naciere será llamado Santo. No masculino, sino neutro; para que sepas que no tomó persona, sino nuestra naturaleza. Será hijo, no de Josef, no de hombre, mas Hijo del muy Alto, concebido por Espíritu Santo, que como sea santo, no puede hacer cosa que no sea santa, será llamado Hijo de Dios. Mirá, doncella, para que alabéis a Dios, para que le deis muchas gracias y veáis sus misericordias, dice el ángel, vuestra parienta Elisabet, que es mañera y vieja, porque no os espantéis de lo que os he dicho, en su vejez ha concebido un hijo, para que sepáis que no hay para Dios cosa imposible; y por eso os lo represento; pues aquello es posible, esto también. Esta es la embajada, yo espero vuestra respuesta, y la Santísima Trinidad espera vuestro consentimiento; ¿qué respondéis?

Cuando la sagrada Virgen oye las grandes mercedes que de parte de Dios le promete el ángel, asegurada de Dios que lo que le promete hará de su parte, hinca las rodillas, sus ojos y el corazón en el cielo puestos, dice humildemente y con reverencia: Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum: He aquí la sierva del Señor, hágase en mí sigún tu palabra. En aquel momento entró el Verbo divino en sus entrañas y quedó hecha la
mayor obra que se hizo ni hará para siempre jamás. ¿Pues por qué se llama esclava y se abaja? Así lo quiere Dios, y es razón que la que tal Hijo habíade tener y tanto se abajó, que la ensalcen y l a confiesen por Señora, y la honren los nombres y los ángeles, y por tal la tengan y reverencien en los cielos y en la tierra, a la que tan bien supo abajarse y recibir la embajada de parte de Dios.

Grandísimo gozo recibió hoy la Virgen con esta embajada; y pues agora cada vez que se la mentamos se alegra, y para que la sepamos saludar y contar estos misterios, pidárnosle que nos alcance la gracia, y para que lo haga, digá mosle con devoción: Ave, María.

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Escritos de San Juan de Ávila:

La Anunciación. Fra Angélico, pintado hacia 1426. Museo del Prado.