Todos conocéis al padre Faustín que colabora en la parroquia este verano de 2018, su segundo año, y gracias a él es posible que haya Misa en la parroquia todos los días del verano.
Reproducimos aquí la entrevista que le ha realizado Miguel Jiménez para su blog y que ha querido compartirla con nosotros. Muchas gracias a ambos.
Faustin Sambaga, sacerdote de Camerún
“Ver a este sacerdote me dio ganas para entregarme en el ministerio sacerdotal”
Le envió su obispo para estudiar en la Universidad Pontificia de Salamanca y, tras casi tres años de estudio allí, le pidió que se quedara dos años más. Para empezar a preparar sus clases en la Universidad Católica de Yaundé y luego para descansar un poco antes de las muchas tareas que le esperan. Y para poder realizar estos dos años estudios en recursos humanos, y para hacer una experiencia pastoral y descubrir otra manera de vivir la fe y de hacer las cosas en España.
Pregunta. ¿Cómo recibiste la fe?
Respuesta. Llegaron a Camerún hace más de cien años los misioneros que evangelizaron nuestro país. Y así hemos recibido la fe por nuestros padres, que la recibieron a su vez de sus padres. Es toda una cadena.
P. ¿A través de qué signos descubriste tu vocación sacerdotal?
R. A partir de un sacerdote que fue párroco en mi pueblo y yo estaba en la escuela de primaria. Encontré este párroco que hacía muy bien su trabajo y que iba andando para dar las misas en los pueblos muy lejos. A veces hacía 50 o 60 kilómetros andando para ir a dar misas. Este sacerdote jugó un papel muy importante en el nacimiento de mi vocación. Era un sacerdote muy entregado y comprometido en su tarea como servidor de Dios. Ver a este sacerdote me dio ganas para entregarme en el ministerio sacerdotal.
P. ¿Cómo se vive la fe católica en Camerún?
R. La fe es muy muy viva. Se expresa con la participación de los fieles en las misas, en las oraciones, en la adoración del Santísimo, en los grupos de las parroquias. Hay mucha participación de los fieles en todos los grupos de las parroquias, mucha presencia en las celebraciones eucarísticas, los domingos las iglesias está llenas, mucha participación también en la vida de la Iglesia. Por ejemplo, hay grupos dedicados a la Virgen y a la oración del rosario, hay grupos de jóvenes que se dedican al mensaje de la Biblia, a poder ayudar a unos ancianos en la parroquia…
P. ¿Cómo ha sido tu experiencia de formador en el Seminario?
R. Es siempre un placer saber que la carga de formar otros sacerdotes la llevemos nosotros. Ha sido una experiencia muy buena vivir con los jóvenes que se dedican a formarse para ser sacerdotes y dar lo que he recibido de mis formadores en el seminario. Estos jóvenes son el porvenir de la Iglesia.
P. ¿Hay muchas vocaciones?
R. Muchísimas vocaciones. Por ejemplo, sólo mi diócesis de Yaundé (población de 900.000 católicos) tiene 85 seminaristas. Son las consecuencias de la fe que vive la gente. Es una fe sólida que se vive desde las familias, en las escuelas católicas, en las parroquias. Y esta fe hace que muchos jóvenes decidan ingresar en los seminarios mayores y menores.
P. ¿Qué es lo más duro que has vivido como sacerdote?
R. Salir de mi tierra, de mi diócesis, dejar a los familiares para venir aquí a España. Hay que comprender que hay que estar listos, somos misioneros, pero la verdad es que me costó.
P. ¿Cómo has vivido ese cambio?
R. Todo cambio es difícil, muy difícil pasar de mi tierra, Camerún, a España. Hay muchas diferencias en la manera de vivir, en las costumbres alimenticias, en la manera de celebrar la fe, expresar la fe… La ruptura ha sido muy complicada. Llegar aquí sin conocer nada del idioma, sin saber cómo se vive la fe aquí y ver que es casi todo totalmente diferente de lo que vivía en mi tierra. Pero ahora estoy casi acostumbrado a la manera de hacer, ver, vivir, reflexionar de aquí. Es una manera de vivir la fe, es otra cultura, así que es importante integrar esta forma de vivir la fe.
P. ¿Cómo ha sido la acogida en España?
R. Muy buena, los españoles son muy acogedores, muy simpáticos también. Yo me siento en casa, con amigos, familiares, y con gente que me quiere mucho, y creo que estoy en casa.
P. ¿Qué es lo más gratificante que has vivido como sacerdote?
R. La alegría que encuentro por todos los lugares donde voy, la gente que me acoge, la alegría y esperanza que yo también pueda aportar. Saber que la gente reconoce el trabajo que puede hacer un cura, lo reconocen, te lo dicen. Hago una tarea que es útil a la gente y la gente lo manifiesta, no es indiferente a mi acción como cura. Y ver que con la gente, a pesar de nuestras diferencias, podemos formar familia.
P. ¿Puedes contar alguna vivencia que haya sido un gran regalo de Dios?
R. A mí no me gusta decirlo, pero es que recibí del Señor un regalo, y ese regalo ya lo he comprobado muchas veces, y es que tengo este don, pero a mí no me gusta hablar de eso porque no lo practico. Tengo el don de que si alguien está enfermo y yo le impongo las manos, la persona tiene curación. Soy consciente de este don, pero no lo practico mucho, porque una vez que la gente lo sepa va a venir para la imposición de las manos, y a mí no me gusta. Pero cuando hay necesidad lo hago.
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