Varios de los jóvenes que peregrinaron a Covadonga han querido compartir con todos la experiencia personal. Muchas gracias por vuestro testimonio que nos ayuda a todos.
Lo maravilloso de poder pasar una semana en un santuario de la virgen, en nuestro caso Covadonga, es casi la obligación personal por determinarse en la entrega al Señor. Lo que hace que nuestra vida tenga sentido de verdad es entregarla a quien nos la ha dado.
Ser cristiano no es ir a misa los domingos, ser cristiano es vivir en nuestra cotidianidad como Cristo quiere.
Carlos.
Puesto que somos peregrinos de Covadonga en este año jubilar, nuestra madre la Iglesia nos regala la indulgencia; pero cuan grande es el regalo que nos tiene preparado la Virgen. El ser siervos de Cristo con un corazón como el de María, sincero y dispuesto a la voluntad de Dios, nos da la gracia para, como ya se dio hace trece siglos, empezar la Reconquista de España en Covadonga, conquistar esa Patria consagrada al Sagrado Corazón de Jesús y que vive para mayor gloria de Dios.
Y solo es esto posible si nos alimentamos del amor del Señor, reflejado en el regalo de su Madre la Virgen, ideal de santidad.
Dani.
La peregrinación ha sido un regalazo en todo momento. Los kilómetros andados hasta Covadonga; la convivencia, donde hemos aprendido que cada uno es un tesoro en el grupo; todos los ratos de oración y misas en la Cueva; la formación recibida en el concilio; y cada día que la Virgen nos regalaba allí. Ante tanto regalo, solo hay una respuesta: la entrega verdadera de nuestra vida, tener siempre un sí en los labios.
Solo así podremos “irradiar en nuestra vida la vida de Cristo”.
Silvia.