“Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído” Hch. 4, 20.
22 jóvenes de la parroquia peregrinamos a Tierra Santa acompañados por el párroco Juan, quien fue el guía, el vicario Tin, los seminaristas Rafa y Antonio, la consagrada Elena, y el matrimonio José Ramón y Maxiel, del 21 al 28 de julio.
A lo largo de la semana nos encontramos con Jesús, que caminaba y camina con nosotros, que está vivo y nos habla. Cada día experimentamos en muchos momentos y detalles la gran misericordia de Dios con nosotros.
La peregrinación comenzó de la mano de María, en el Monte Carmelo y Nazaret, donde la Virgen nos enseñó a decir sí a Dios con confianza y humildad, y los congregantes renovamos nuestra Consagración a la Virgen. San José también fue modelo de obediencia humilde a Dios.
Vivimos la llamada de Jesús a ser sus discípulos en Galilea, y quien nos enseñó como amigo y maestro a través de su Palabra. Celebramos una Hora Santa en la orilla del lago de Tiberiades y otra mar adentro en un barco.
En el río Jordán renovamos nuestro bautismo y en el desierto de las Tentaciones descubrimos que lo único importante es Jesús. Además, José Ramón y Maxiel renovaron su matrimonio en Caná y se rezó por los padres y por los novios.
A Belén llegamos al son de villancicos y celebramos el Nacimiento de Jesús en la Gruta, donde también tuvimos un encuentro con Fray Artemio, franciscano que lleva 48 años en Tierra Santa.
Ya en Jerusalén celebramos la Misa en el Cenáculo, donde Juan y Tin renovaron su sacerdocio. Acompañamos a Cristo que padece por nosotros en Getsemaní, donde tuvimos el regalo de vivir solos una Hora Santa en el Monte de los Olivos, en el Vía Crucis, en el sitio de la Flagelación, en el Calvario; y nos llenamos de alegría al ver el Santo Sepulcro vacío y celebrar a Cristo Resucitado que se ha quedado para siempre en el Sagrario.
También experimentamos la acogida de los franciscanos y de los cristianos de Tierra Santa y la importancia de su presencia allí, y la fraternidad de la Iglesia. Queremos dar muchas gracias también a la parroquia por su oración y por habernos ayudado a hacer la peregrinación, allí fueron encomendados.
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