Continuando con la peregrinación a Fatima que ha tenido lugar entre el 29 y 31 de agosto de 2021, es buen momento para que los asistentes nos cuenten sus experiencias, a continuación Mari Pepa, también en representación del grupo de madres, nos da su testimonio. ¡Gracias Mari Pepa!
Las fotos corresponden a la mañana del segundo día de peregrinación (lunes 30) donde visitamos la iglesia de Fátima, es decir, la parroquia a la que asistían los pastorcillos y también las casas donde vivían y la hacienda donde se les apareció el angel.
Como ya sabéis un buen grupo de la parroquia hemos estado de peregrinación en Fátima. Gente desde dos añitos… ¡hasta setenta! De los tres grupos de madres que hay hemos peregrinado bastantes de nosotras y, aunque algunas no hayan podido venir, han estado igualmente con nosotras.
Cada uno hemos ido con nuestras intenciones, deseos y, quizás, para que la Virgen nos solucione algún problema . Pero realmente nos hemos preguntado: ‘¿qué quiere la Virgen de nosotros?’. Los pastorcillos entendieron que los sacrificios y sufrimientos de nuestra vida, unidos al corazón de Jesús y María, convierte corazones y todo lo que es ofrecido, redime al mundo.
Fátima es un lugar donde la Virgen está muy presente, hay muchos dones y gracias que el Señor nos quiere regalar a cada uno. Ahí me ha enseñado a comprender el amor que nos tiene y el sufrimiento por nuestra vida. Ella quiere que nos salvemos, por eso es necesario rezar todos los días.
En las dos veces que he estado en Fátima, he descubierto el amor que nos tiene la Virgen. ¿Qué madre no se alegra cuando van sus hijos a visitarla? La sonrisa le llega de oreja a oreja. Así la he visto yo cuando he estado en la capelina con Ella en el silencio de la mañana temprano sin tanto bullicio. Ella y yo, entregándole todas mis miserias, todo lo que llevo en mi corazón, y viendo cómo me cuida y atiende personalmente.
Ha sido una peregrinación muy intensa. He terminado cansada, dolorida, pero muy feliz. Ojalá nos haya servido para estar más unidos al corazón de Jesús y María. Quiero agradecer a todos y cada uno esta peregrinación, sin ellos y sin la ayuda de la Virgen, no hubiera sido posible. Desde el más chico hasta el más grande. Gracias en especial al grupo de madres, por todo lo que hemos compartido. Amad mucho a Jesús y al Inmaculado corazón de María.
Mari Pepa
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