Publicamos ahora la meditación correspondiente al tercer viernes de Cuaresma, enviada por nuestro sacerdote Tin. Que nos acerque al Señor en el día de hoy.
Viernes III de Cuaresma (20 – 03 – 2020)
Somos ocho, una pizza (del Pizzahut o del Telepizza, para algunos poco importa eso); tocamos a un octavo. Somos cuatro, una pizza (siempre de cuatro quesos, es viernes de cuaresma); tocamos a un cuarto. ¿Cuántos tendríamos que ser para poder comerme toda la pizza? Es fácil, ¿no? Pero, y si cambiamos algunos de los componentes del problema: ¿A cuántos he de amar para poder hacerlo con todo el corazón? La respuesta sigue siendo uno. “El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” ¿Sigue siendo tan fácil?
Nuestro corazón está lleno de ídolos que van robando a Dios parcelas de nuestro corazón. Vivimos para el estudio, el dinero, el fútbol, el trabajo, el qué dirán, la salud, etc. Son ídolos. Fíjate como muchas veces son ellos la medida de nuestras alegrías, tristezas o ilusiones. Ocupan el lugar de Dios. Son demasiados dioses como para poder amar al Señor con todo el corazón.
Pero ahora estamos comprobando como todos esos dioses son relativos y como solo hay un Absoluto: “El Señor, nuestro Dios, es el único Señor”. No vale la pena gastar mi vida sirviendo a señores que se me puedan morir. Si la cuaresma es ir con Jesús al desierto para poder dejarlo todo y que Él se convierta en todo para ti; ahora que las condiciones del desierto arrecian, no dejes escapar la oportunidad de amar al Señor tu Dios con todo tu ser.
Jesús no vale la pena, ¡vale toda tu vida!
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