Hoy tenemos la meditación correspondientes al miércoles de la Octava de Pascua ofrecida por nuestro seminarista Rafael.
Miercoles, Octava de Pascua (15-4-2020)
“Quédate con nosotros”
Lo de aquellos dos hombres que iban camino de Emaús se parece mucho a lo que vivimos nosotros cuando no se cumplen ciertos deseos nuestros. El desaliento y la huida hacia la comodidad mediocre son una tentación habitual cuando nuestra relación con el Señor no nos aporta lo que le exigimos: sentirle, que amar no nos cueste, orar contentos y sin aburrirnos, dejar de pecar, etc. Y acabamos diciendo con ellos: “Nosotros esperábamos…” Para huir luego a nuestros refugios de confort.
“¡Qué necios y torpes sois…!” Me lo imagino con mucha ternura, como enseñando a unos niños que nunca acaban de comprender. “¿No era necesario que el Mesías padeciera…?” Jesús, que no se olvida de lo débil que soy, vuelve a salir a mi encuentro para caminar conmigo, y enseñarme. Con infinita paciencia, sí, pero paciencia amorosa, que no se cansa, que me mira con compasión, con misericordia.
“Y (…) les explicó”. Si lo miramos bien, el pobre lisiado que pedía en el Templo podría haber recibido un poco de plata y oro por parte de Pedro y Juan: se habría puesto muy contento por un rato, se lo habría gastado, y después, a seguir pidiendo. Cristo Resucitado no viene a darme emociones, a quitarme algunas “imperfecciones”—y que, para colmo, me vuelva soberbio—, a que la oración me entretenga. ¡No! Él quiere darme lo mejor: a sí mismo. Me levantará de mi egoísmo—por espiritual que sea—, y, Cruz incluida, me resucitará con Él. Qué hermoso sería terminar el día, nos haya ido como nos haya ido (alegrías, tristezas, consuelos, desolaciones…), y, con la certeza de que Cristo vivo camina a nuestro lado, rogarle como aquellos: “Quédate con nosotros”.
Rafael, seminarista.
Descargar :Meditación miércoles Octava de Pascua 2020.pdf
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