Publicamos a continuación la meditación del cuarto lunes de Cuaresma, en esta ocasión compartida por Antonio uno de nuestros seminaristas.
Lunes IV de Cuaresma (23 – 03 – 2020)
“Regocijaos, alegraos por siempre por lo que voy a crear”
Desde ayer, tu camino de la Cuaresma se impregna de un poco de alegría. Este camino de preparación por medio del ayuno, la oración y la limosna se empieza a desvestir de ese toque de luto para empezar a asomar los primeros atisbos de la luz pascual. Lo veíamos en las vestiduras rosas del sacerdote y lo escuchábamos en las oraciones. ¡Alégrate! Y ¿Por qué? ¿en este momento de pandemia, como me voy a alegrar?
Debes alegrarte por el paso que el Señor va a dar en tu vida. Ya está pasando. Puedes desperdiciar este año la cuaresma relegándola a un segundo plano por el miedo al virus… O puedes ver que cuaresma y confinamiento van de la mano. Si no te has fijado, el estado de alarma, si Dios quiere, acaba el 11 de abril, ¡la Vigilia pascual! Todo un signo.
Pero ¿de qué alegrarme? De la creación nueva que el Señor va a hacer en ti. Tu hombre viejo va a morir para dejar paso al renacido hijo amado de Dios que eres. “de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento”. Una criatura nueva. Todos los años lo hace, es una creación continua y siempre nueva, pero… ¿Cómo? Yo no lo veo,pensamos muchas veces.
Hoy en el Evangelio se nos presenta al funcionario real que busca de Jesús la curación de su hijo, que lo renueve. Le pide un signo para creer que es posible. Cuantas veces le pedimos al Señor un signo visible porque no veo avance, no experimento la alegría, el júbilo, no me siento santo… “Si no veis signos y prodigios, no creéis”. El camino de la renovación pasa por el abajamiento, reconocer que somos pecadores necesitados de la misericordia de Dios, vulnerables (que en este momento se siente especialmente).
Desde lo hondo, Cristo te tiende la mano, te da el medio para la renovación, su palabra que es firme y segura. Acudir a su palabra, las lecturas del día, la liturgia de las Horas, el Rosario… Es la palabra concreta que el Padre HOY tiene para ti. Si has tenido experiencia de ello o no, te ánimo a que acudas hoy nuevamente sabiendo que el Señor tiene una respuesta a la inquietud de tu corazón, tiene el consuelo a tu miedo y la fuerza para avanzar.
Por su palabra se cura el hijo del funcionario, por su palabra terminará esta pandemia, por su palabra te renovará. Y no será sin que te des cuenta, sino que verás que es en un momento concreto, como “el padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive»”. En ese instante “te ensalzaré Señor porque me has librado”.
Hoy en tu rato de oración o en la Misa, pídele al Señor que te libre del miedo en el corazón, de la soberbia que nos hace creer aun que somos dueños de nuestra vida, para mirarle a Él y decirle humildemente: “Señor, no permitas que jamás me aparte de ti”.
Antonio, seminarista
Descarga: Meditación_Lunes_IV_Cuaresma.pdf
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