“Hoy quiero hospedarme en tu casa”

Testimonio de Miguel Jiménez.

Gracias a la misericordia de Dios, el 1 de agosto de 2022 profesé los votos temporales (pobreza, castidad, obediencia y esclavitud mariana) en el Instituto Religioso de Esclavos de María y de los Pobres.

La celebración del rito tenía lugar dentro de la misa de LXXXIII aniversario de la fundación del Instituto, y de la festividad también de la dedicación de la Capilla Mayor de la Casa de la Misericordia de Alcuéscar (Cáceres), Casa Madre y General. Por ello, estaba alentado, y ese es mi gran deseo, a seguir las huellas del Padre Leocadio, quien la madrugada del 1 de agosto de 1939 se consagró a la Virgen para entregarse a Dios para la redención de los pobres de los pueblos.

A lo largo del tiempo he ido comprobando, y más aún desde que experimenté la llamada a seguirle de una forma especial, la misericordia y la fidelidad del Señor. De ahí nace el deseo de corresponder a su gran Amor y la necesidad de realizar una entrega mayor a Dios. También me siento agradecido al Señor por tantas personas y comunidades que rezan por mí, por lo que fue una bendición encontrarme en la celebración de los votos temporales a un buen grupo de mi parroquia de San Juan de Ávila (Móstoles).

La profesión supone una entrega al Señor más radical, pero desde luego que no es sino una respuesta a la constante entrega de Dios, a su Amor incondicional. Y no es una iniciativa o invención personal, sino un plan de Dios, por lo que puedo confiar en que Él llevará a término lo que ha comenzado en mí. Es una gran alegría sentirse tan amado por el Señor, que se fija en mí, y en cada uno de mis hermanos, en medio de las miserias, para vivir “en servicio de Esclavitud a María, tu Madre, y a los Pobres, tus hermanos”.

Parte de la comunidad de Esclavos de María y de los Pobres

Ese día en la Misa escuchamos en el Evangelio el pasaje de Zaqueo, aquel hombre pecador que por curiosidad se acercó a Jesús y Él le cambió la vida. Por eso quiero aprovechar para invitar a los jóvenes a que sientan curiosidad por el Señor, y por lo que Él quiere de ellos, a que se hagan los encontradizos, a que no tengan miedo a ponerse a tiro para que Dios les toque su corazón y cambie la vida. Ese “hoy quiero hospedarme en tu casa” resuena en mi corazón, ese deseo de Dios de habitar en mi alma de una forma muy especial. Abramos nuestro corazón a Cristo para que pueda decir hoy también “hoy la salvación ha llegado a tu casa” (cf. Lc. 19, 9).

Testimonio por : Miguel Jiménez (Hno)  

Fuente:

Christus Vincit

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