Los integrantes del grupo de profesionales de la Congregación Mariana Madre de la Esperanza y San Juan de Ávila estuvimos de convivencia entre el 4 y el 6 de marzo de 2022.
Tuvimos la oportunidad de compartir juntos un fin de semana repleto de momentos de risas, intercambio de ideas y, sobre todo, instantes de oración para escuchar al Señor. A lo largo del sábado, realizamos una marcha por la montaña, ascendiendo al pico Merino entre rocas y nieve, a la luz de un estupendo día soleado. Una vez en la cima, el ‘silencio de cumbres’ nos invitó a reflexionar acerca de los grandes regalos recibidos del Señor al contemplar la Creación desde lo alto. Durante el descenso, se desató una intensa batalla en la que ninguno de los senderistas se libró de dar o recibir, pues aquel se trataba de un bombardeo de bolas de nieve sin cuartel.
Por la tarde, tras un reñido partido de fútbol y la celebración de la Misa, pudimos reflexionar acerca de los diferentes ámbitos que abarca la sinodalidad, tema sobre el que la Iglesia nos invita a todos a reflexionar en el presente año. Las diferentes ponencias, impartidas por Irene, Marta y David, se enfocaron en la propia definición del concepto de sinodalidad, el sentido de comunión en la Iglesia y el papel de los laicos. Para terminar, una vez caída la noche, vimos la película ‘1917’, un metraje de dos horas que, además de destacar por su excelente calidad audiovisual, puso de manifiesto varios temas de gran profundidad. En este sentido, cada personaje o situación dejaba varios aspectos sobre los que reflexionar, en ámbitos como la amistad, el pecado o la unidad entre otros.
El domingo, último día de la convivencia, tuvimos un retiro en el que se incidió en la Cuaresma, tanto en el sentido de este tiempo litúrgico como en el modo de vivirlo adecuadamente. Fueron tres horas de silencio y oración en las que cada joven pudo reflexionar acerca de su vida de la mano del Señor, viendo qué tenía que cambiar para acercarse más a Dios y confiarse a Él para lograr una verdadera y definitiva conversión. Para
concluir este retiro apropiadamente, celebramos juntos la Misa. Allí, en el Misterio Eucarístico y a la luz del pasaje de las tentaciones de Jesús en el desierto (Lc 4, 1-13), pudimos contemplar la misma entrega y conversión que nos pedía el Señor en la Cuaresma.
Durante la comida de ese día tuvo lugar uno de los grandes momentos de la convivencia, que sin duda se había hecho esperar. En ese momento, una de las parejas de novios del grupo, Lucas y Beatriz, anunciaron a los presentes su compromiso de matrimonio. Este fue uno de los momentos de mayor alegría para todo el grupo, que acogió la maravillosa noticia entre aplausos, risas y felicitaciones.
Para concluir apropiadamente la convivencia y antes de subirnos a los coches para regresar a casa, nos encomendamos a la Virgen rezando juntos el Rosario. Durante ese rato pedimos, entre otras cosas, por los frutos de este fin de semana juntos, así como por aquellos que aguardaban nuestra llegada en la parroquia o en nuestros hogares.
Testimonio personal
Fui uno de los encargados de organizar esta convivencia. Este hecho, acentuado por ser la primera vez que preparo un viaje de este tipo, me hizo vivir con un poco de tensión los momentos en los que había que cuadrar los horarios y organizar a la gente. Sin embargo, esto no impidió que, de todos modos, disfrutara de esta convivencia como el que más.
Ciertamente, no sabría con qué quedarme de estos tres días, pues ha sido mucho lo que he vivido y experimentado. Desde las grandes enseñanzas de un congreso con ilustrísimos ponentes acerca de una materia tan amplia e importante como la sinodalidad hasta el anuncio de compromiso de una de las parejas de nuestro grupo.
Sin duda, han sido días en los que Dios, de forma más o menos directa, nos ha hablado a cada uno al corazón y nos ha animado a entregarnos a Él del todo, en especial en estos días de Cuaresma previos a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Sobra decirlo, pero no tengo más (ni menos) que agradecimiento al Señor por este maravilloso fin de semana. Tan solo le pido la gracia de saber responder de verdad a lo que Él pida en cada momento y estar siempre junto a Él, presente en la Eucaristía y, de algún modo, también a través de mis hermanos del grupo, junto a quienes recorro este camino hacia Él.
A.M.D.G. John.
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