El pasado sábado 23 de marzo de 2024, a las puertas de la Semana Santa, cinco jóvenes de la parroquia dedicaron su tiempo a acompañar a los mayores de la residencia Emera en Móstoles.
Carmen y Pablo han querido compartir con todos nosotros su experiencia. ¡Gracias chicos!
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El sábado anterior al domingo de Ramos, fuimos cinco jóvenes, junto con Enrique, el seminarista que actualmente está en la parroquia, a la residencia de ancianos Emera. Les llevamos tres cuadros sobre la Pasión de Jesucristo, que les enseñamos mientras cantábamos canciones relacionadas con cada imagen.
Con esto, les invitamos y ayudamos a entrar en la Semana Santa; pero no sólo a ellos, sino también a nosotros, al menos a mí me “despertó”, como si hubiese estado toda la Cuaresma dormida, y el Señor viniera a decirme: “Despierta, que ya llega mi Pasión, y quiero que me acompañes en ella, al igual que en mi Resurrección.
Pudimos ver presente a Dios en los ancianos, y amarle en ellos, escuchándoles y haciéndoles compañía. Algunos no querían hablar con nosotros, o se iban cuando entrábamos donde ellos estaban. Así, nos acercamos al Amor de Dios, que sigue amando aun cuando lo rechazamos, esperando a que volvamos a Él.
Fue toda una experiencia acompañar a estas personas que están solas y haber podido hablar con ellos, ver que cada uno tiene una historia, al igual que una cruz, como nosotros, y haberlos ayudado a cargar con ella.
Carmen.
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Mi experiencia como voluntario en una residencia de ancianos ha sido profundamente enriquecedora y significativa. Aunque al inicio de este voluntariado me encontraba tímido y con ganas de que terminar rápido, cada segundo que estuve allí lo disfruté inmensamente.
En la mañana que estuve en la residencia, tuve el privilegio de compartir momentos especiales con los residentes. Aunque no pude acompañarles en su rutina diaria, cada interacción (Principalmente el rato que estábamos hablando con ellos después de cantar) me brindó la oportunidad de escuchar historias de vida fascinantes y aprender invaluables lecciones de sabiduría y experiencia acumulada a lo largo de los años.
Una de las partes más gratificantes de mi voluntariado fue poder brindar compañía y apoyo emocional a aquellos residentes que a menudo se sentían solos o pasaban largos períodos sin visitas de sus seres queridos. El simple acto de escuchar sus preocupaciones, compartir risas o incluso simplemente sostenerles la mano, tenía un impacto profundo en su bienestar emocional y en el mío propio. Estando allí descubres personas cuya vida no ha sido fácil, que sufren dolores inimaginables, y que siguen levantándose cada día solo por la fe en Dios tan grande que tienen, y eso conmueve hasta al más ateo.
Además, llevar la semana santa a la residencia con las canciones que cantamos y los cuadros de la pasión del señor que les llevamos, permitió crear momentos de alegría y conexión (Aunque alguno se durmiese) entre los residentes y nosotros, los voluntarios. Ver las sonrisas en los rostros de los más creyentes y escuchar el agradecimiento de los que simplemente valoraban que jóvenes fuesen a pasar tiempo con ellos era una recompensa inigualable que me recordaba constantemente el valor y la importancia de mi labor como voluntario.
Una de las cosas que más me marcó de mi experiencia en la residencia fue el trabajo que realizaba el personal, quienes dedicaban incansablemente su tiempo y esfuerzo para cuidar y mejorar la calidad de vida de los residentes, enfrentándose con diligencia y esfuerzo a las personas que no querían tomar la medicación o que simplemente no apreciaban su trabajo. Su dedicación y profesionalismo me inspiraron y me recordaron la importancia del trabajo en equipo y la colaboración para lograr un objetivo común: brindar amor y cuidado a quienes más lo necesitan.
En resumen, mi experiencia como voluntario en la residencia de ancianos no solo me brindó la oportunidad de hacer una diferencia positiva en la vida de los demás, sino que también me permitió crecer como persona, cultivar la empatía y el respeto por las personas mayores, y apreciar cada momento de la vida con gratitud y humildad. Estoy profundamente agradecido por haber tenido esta experiencia y espero poder repetirla en el futuro.
Pablo.
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