Segunda etapa de Pontedeume a Betanzos

Ahora que los peregrinos del camino de Santiago hemos vuelto a casa es tiempo de compartir nuestras vivencias con todos. El sábado 26 de agosto de 2023 realizamos la segunda etapa, desde a Pontedeume a Betanzos, para muchos, la más dura de todas por longitud y también por sus continuas subidas y bajadas (rompepiernas).

Y también hubo tiempo a sorpresas… nos salió de repente un caballo al paso, suponemos que atraido por las canciones del grupo….

Rosa y Virginia nos han querido dar su testimonio. ¡Gracias chicas!

Virginia, Virginia (madre) y Rosa

Como en todo buen camino hemos iniciado la ruta escuchando la palabra de Dios y recibiendo la bendición del peregrino.

Hoy el evangelio nos invitaba a desprendernos de todo aquello que impide vivir la fe desde la sinceridad y el ejemplo. Nos llamaba a ser humildes y a seguir aprendiendo, a hacer de nuestros gestos una profesión de fe y a vernos como iguales; como hermanos. Era mucho en lo que meditar en los treinta minutos que luego permanecimos en silencio. ¿Estoy siendo fiel a lo que creo? ¿Mi entrega es completa, tal como me pide Dios? Estas y otras muchas preguntas nos iban asaltando mientras caminábamos, removiéndonos la conciencia, pero también animándonos a cumplir con ese modelo al que estamos llamados, a acercarnos a la santidad.

Esta segunda etapa nos tenía preparadas más de una cuesta no poco empinadas, pero ha sido la primera, ascendiendo la colina de Pontedeume, la que ha provocado más contracturas de gemelos. Somos peregrinos del Camino de Santiago, y al fin y al cabo, peregrinos del camino de la vida. Hay cuestas, troncos caídos e innumerables dificultades que hacen enlentecer la marcha y nos dificultan ver el final. Lo bonito en este caminar es que no lo hacemos solos, nunca lo estamos. Las palabras de ánimo de los hermanos, las sonrisas en los rostros empapados de sudor, los ofrecimientos para llevar los carros pese al cansancio, los cánticos de alabanza dirigidos al Señor… No encontramos palabras que describan la felicidad y gratitud de esos “encuentros” con personas que no conocíamos y que ahora comparten con nosotras el recuerdo de haber logrado superar un pedacito del monte de la vida, no con pena ni dolor, sino con la alegría del cristiano de haberse encontrado con Dios.

Cada subida era una entrega, y en cada cima nos esperaba la reconfortante recompensa del paisaje gallego (bosques de eucaliptos, pinares, la Ría de Betanzos) y la satisfacción de saberse ayudado por Dios y María.

Y es que han sido muchas las incertidumbres y los obstáculos, pero también las sorpresas y regalos. No sabemos si intencionado o no (conociendo al Padre Jaime, estaría súper estudiado), la comida la hemos podido disfrutar a la sombra de unos árboles en una playa de la Ría de Betanzos. El paraje transmitía una paz inmensa y, al menos por nuestra parte, ese momento de relajación, de dejarse admirar por la Creación y compartir alimento y compañía, nos ha cargado las pilas y nos ha incentivado a continuar con un espíritu abierto a los misterios del camino, para afrontarlos, disfrutarlos y dejarnos sorprender.

Y Dios, que es tan bueno, siempre da el triple de lo que uno le ofrece, y responde siempre a la primera. A casi 50 minutos de llegar al destino, algunos de los peregrinos estábamos cansados, hambrientos, sedientos… aunque no lo hemos notado, porque pocos se quejaban, hasta que en medio del bosque ha aparecido una carpa, con mesas, sillas y neveras repletas de bebidas y fruta. ¡Qué ilusión ha despertado en todos! No sólo por los víveres que bien hemos apreciado y necesitado, también por la confianza y cariño que un desconocido ha puesto en los peregrinos. Como si el mismo Santiago, abriendo paso, nos estuviera escuchando y motivándonos a continuar.

En comparación con ayer, nos atrevemos a decir que hemos notado más unido al grupo y, como dice el Padre Jaime, con mayor mentalidad peregrina. Ya son varios los desayunos, comidas y cenas compartidos y durante el camino aprendes a saber acercarte cuando una persona necesita apoyo y a mantener el silencio en su momento de reflexión. Un rebaño de ovejas, con sus dos buenos pastores, creciendo en la fe y en rumbo al abrazo del Santo.

Queremos terminar el testimonio de nuestra segunda etapa con un regalo del Camino, la Oración del Peregrino del monje franciscano Fraydino:

Porque el Camino no termina en Santiago.

Rosa y Virginia.

ORACIÓN DEL PEREGRINO

Aunque hubiera recorrido todos los caminos,
cruzando montañas y valles, desde Oriente hasta Occidente.
si no he descubierto la libertad de ser yo mismo,
no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera compartido todos mis bienes,
con gente de otra lengua y cultura,
hecho amistad con peregrinos de mil senderos
o compartido albergue con santos y príncipes,
si no soy capaz de perdonar mañana a mi vecino,
no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera cargado mi mochila desde principio a fin
y esperado por cada peregrino necesitado de ánimo.
o cedido mi cama a quien llegó después
y regalado mi botellín de agua a cambio de nada
si de regreso a mi casa y mi trabajo no soy capaz
de crear fraternidad y poner alegría, paz y unidad,
no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera tenido comida y agua cada día
y disfrutado de techo y ducha todas las noches,
o hubiera sido bien atendido de mis heridas,
si no he descubierto en todo ello el amor de Dios,
no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera visto todos los monumentos
y contemplado las mejores puestas de sol.
Aunque hubieara aprendido un saludo de cada idioma,
o probado el agua limpia de todas las fuentes.
Si no he descubierto quien es el autor
de tanta belleza gratuita y de tanta paz,
no he llegado a ningún sitio.

Si a partir de hoy no sigo caminando en tus caminos,
buscando y viviendo según lo aprendido.
Si a partir de hoy no veo en cada persona,
amigo y enemigo, un compañero de camino.
Si a partir de hoy no reconozco a Dios,
el Dios de Jesús de Nazaret, como el único Dios de mi vida,
no he llegado a ningún sitio.

Fray Dino.

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