El pasado sábado 30 de noviembre de 2024 tuvimos en la parroquia el tradicional retiro de Adviento. Este año fue dirigido por el padre Rafael que lo estructuró en dos partes.
La primera parte se ha centrado en a meditación de Lc. 21, 25-28; 33-36. A través de ella se nos ha animado a ver cómo se encuentra nuestro corazón respecto al Señor en este inicio del Adviento. ¿Estamos expectantes o quizás fríos y embotados ante los acontecimientos del día a día?
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».
Lc. 21, 25-28
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Lc. 21, 33-36
La segunda parte se ha centrado en María a través de Lc. 1, 39-45. El padre Rafa en esta lectura nos ha invitado a ponernos en pie y actuar rápidamente como lo hizo María en cuanto tuvo conocimiento del embarazo de su prima Isabel. De ese modo debemos actuar nosotros ya que estamos en un momento de espera pero el Señor también nos está esperando con los brazos abiertos. Por ello estamos en un tiempo de conversión y gozo.
El Señor viene y nos espera en un precioso encuentro a nuestras casas, problemas, enfermedades, trabajos y sobretodo a cambiar nuestros corazones.
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Lc. 1, 39-45
El retiro terminó con la misa en honor de San Andrés festividad que se celebraba el sábado.
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