Los días 29 y 30 de agosto de 2024 celebramos la Eucaristía en la Basílica de San Luis María Grignion de Montfort en la localidad de Saint-Laurent-sur-Sèvre.
Después visitamos Puy du Fou, un parque muy especial, con espectaculos históricos con muchas referencias al papel de Dios o de los cristianos en la historia de Francia.
Tenemos el testimonio de Clara y de Andrés para revivirlo. ¡Gracias chicos!
El jueves 29 y el viernes 30 de agosto tuvimos la oportunidad de ir al Puy du Fou. Este parque no es un parque de atracciones o temático más, sino que tiene relación con nuestra propia vida e historia y ha supuesto un gran paso de Dios con muchos de nosotros.
A raíz de la Revolución Francesa se produjo una persecución contra la Iglesia Católica, y toda la historia que liga a Francia con el catolicismo se ha ido ocultando y censurando, hasta el punto de que es ignorada por la mayor parte de los franceses. En los años 70 del siglo pasado Philippe de Villiers, un vandeano católico, se dio cuenta de que hay una historia a la que pertenece la vida de Francia que no ha sido contada. Así nació el Puy du Fou, un gran parque con multitud de espectáculos, espectáculos inmersivos, pueblos de época y un entorno que te introduce en la historia cristiana de Francia: desde los Galos cristianos del Imperio Romano, pasando por el bautismo y coronación del primer rey Clovis por san Remigio, la conversión de los Vikingos, la importancia de santa Juana de Arco o las aventuras de los mosqueteros, las trincheras en la 1ª Guerra Mundial y el comienzo del cine sonoro…
Se da gran importancia al periodo de la Guerra de la Vendée, en la cual los católicos se alzaron contra el régimen del Terror de la Revolución, que quería que el clero jurase fidelidad a la República y no a la Iglesia. Hubo una persecución sangrienta contra hombres, mujeres, niños y ancianos, arrasando pueblos, granjas, iglesias y castillos. Frente a esto, los campesinos pidieron ayuda a militares y nobles para dirigirles en la guerra, abandonando su vida cotidiana y refugiándose en bosques (como ya pudimos conocer en el refugio de Grasla y el castillo de Charette el día anterior).
En el Puy du Fou disfrutamos de la belleza y la sobreabundancia de detalles, de la heroicidad de grandes personajes de la historia, en definitiva, un derroche de amor del pueblo vandeano (especialmente en el espectáculo nocturno de la Cinéscénie, con más de 2500 voluntarios), todo ello impregnado de un estilo totalmente cristiano.
Como experiencia personal, además de la espectacularidad y la belleza derrochada en todos los espectáculos, quiero destacar la alegría, sentimiento de acogida y, en especial, el mensaje de perdón y esperanza, que no busca una venganza sino una reconciliación y memoria para recuperar la verdadera historia a la que pertenecemos.
Andrés.
Estos dos días hemos estado en el parque de Puy du Fou, donde nos han mostrado mediante espectáculos distintas historias de Francia. Como línea general todos defendían la bondad, valentía y la obediencia a unos principios sólidos. Por ello, estar allí no suponía sólo el disfrute de ver una obra trabajada, sino también la reflexión interior a la que esta te llevaba.
Lo hemos pasado muy bien y hemos vivido experiencias que guardaremos en nuestra memoria. Una que compartimos es la ola que empezamos en el gran espectáculo de noche. Ese pequeño gesto de subir los brazos y levantarse se trasladó de nosotros a los demás. Así, desde nuestros asientos movimos la tribuna de 13.000 personas de principio a fin. Una vez hecha la primera, los franceses se divirtieron tanto que no pararon e hicieron más, una detrás de otra.
Philippe De Villiers (creador del espectáculo nocturno La Cinéscénie, que luego transformó en un parque temático, Puy du Fou) me ha enseñado que una obra maravillosa puede surgir de unas ruinas si el sueño es grande, el empeño es fuerte y la confianza en Dios aún mayor. Gracias a él hoy miles de personas pasan por el parque y vuelven a ser niños a quienes les cuentan historias de gloria.
Clara.
Basílica de San Luis María Grignion
Algo más de San Luis Mª Grignion de Monfort: “El esclavo de María”
(Ver también Peregrinación de familias. Segundo día)
Luis Grignion, por la devoción que ya tenía hacia la Santísima Virgen, en la confirmación añadió a su nombre el de María.
Luis heredó del padre un temperamento colérico y arrebatado, que le costaba vencer, pero a lo largo de su vida lo pudo conseguir adquiriendo “la encantadora virtud de la dulzura”, que tanto atraía a las multitudes.
Después de muchas vicisitudes, fue ordenado sacerdote en 1700. Trabajó en la diócesis de Poitiers, tanto de capellán del Hospital General, como predicando misiones en los arrabales de la ciudad, combatiendo las blasfemias, canciones obscenas y borracheras. En el Hospital General le vino la idea de formar una asociación de doncellas, que “dedicó a la Sabiduría del Verbo Encarnado, para confundir la falsa sabiduría de las personas del mundo y establecer entre ellas la locura del Evangelio”. Para ello, contó con doce de las jóvenes pobres más fervorosas, eligiendo como superiora a una ciega. Más tarde asoció a ese grupo a dos jóvenes de la burguesía, la futura beata María Luisa Trichet y Catalina Brunet.
Nombrado Misionero Apostólico por el Papa Clemente XI, volvió a Francia y pasó a trabajar con el padre Leuduger, que tenía un grupo de misioneros dedicados totalmente a la evangelización del campo. Fue una nueva experiencia para el P. Montfort, pues constató la importancia del canto y de las grandes procesiones en los esfuerzos misioneros.
En una misión en Pontchâteau, el padre de Montfort se entusiasmó con la idea de erigir un gran calvario en una colina próxima. Había ya conseguido del obispo de Nantes la autorización para bendecirlo, y estaba todo preparado para el día 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. La víspera de aquel día, llegó una prohibición formal del obispo de proceder con la ceremonia. En seguida le vino la prohibición de predicar en aquella diócesis de Nantes.
Por su devoción al Rosario, el padre de Montfort entró en la Tercera Orden de Santo Domingo, queriendo pertenecer a una Orden que honraba de manera tan especial a la Santísima Virgen. Rechazado y expulsado de varias diócesis supo el misionero que sería bien recibido en las diócesis de Luçon y de La Rochelle, cuyos obispos eran meritoriamente anti-jansenistas. Esas dos diócesis comprendían una parte de la región de la Vendée, que después, en 1793, se levantaría contra la sangrienta y atea Revolución Francesa.
El padre Grignion de Montfort predicaba en una de sus misiones populares en Saint Laurent-sur-Sèvre, cuando fue acometido por una pleuresía que lo llevó a la tumba, el día 28 de abril de 1716 a los 43 años.
Fue beatificado por León XIII en 1888 y canonizado el 20 de Julio de 1947 por Pío XII. Es venerado como sacerdote, misionero, fundador y sobre todo, como Esclavo de la Virgen María.
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