Peregrinación a Fátima. La procesión de Antorchas.

La peregrinación a Fátima de las familias del 29 al 31 de agosto de 2021, ha tenido muchos momentos de gracia y de especial emoción.

Vamos a destacar en este artículo el Rosario y la procesión de antorchas que se hace a las 9 y media de la noche, allí varios peregrinos de nuestra parroquia han podido cargar a la Virgen en la procesión o rezar un misterio, tenemos el testimonio de algunos de ellos.

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Ir a un santuario mariano siempre es un regalo, y poder ir con una comunidad de jóvenes, mayores y niños, todavía más.

La Virgen sorprende, y derrama más gracias de las que uno podría haber pedido. Algunos tuvimos la oportunidad de llevar la figura de la Virgen que se saca tras rezar el Rosario en la Capilla de las Apariciones. Aunque la lleváramos entre cuatro personas, la figura pesaba. Sin embargo, pensaba yo, no pesa más de lo que pueden pesar mis pecados. El mensaje de la Virgen, al que nos acercaron nuestros sacerdotes, nos indica que debemos reparar y consolar los corazones de Jesús y de su Madre, y en eso reflexionaba mientras llevaba la imagen de la Virgen. ¿Qué puedo hacer yo para agradar a Dios y a María?

Aunque breve, el tiempo que estuvimos en Fátima fue un don para poder entrar en el nuevo curso de la mano de la Virgen, siendo conscientes de nuestro papel en el mundo.

Marta.

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Llegamos a Fátima con muchas personas en el corazón y con la promesa de dejar sus intenciones al pie de La Virgen, y como La Gran Madre siempre escucha, literalmente nos puso a sus pies.

Al enterarnos que teníamos la oportunidad de llevarla, sólo nos preocupaba el poder llegar a tiempo y estar preparados para Ella, era un ¡auténtico regalo y una gran responsabilidad!

Mi turno en particular fue el trocito que iba desde la basilica hacia la imagen del Corazón de Jesús, un reflejo de lo que hace todos los días nuestra Madre, y en particular en mi pequeña historia: llevarnos con todo lo que somos, nuestros dones y nuestras debilidades, hacia el Corazón de su Hijo.

Muchas gracias Virgen Madre por darnos esta gran familia que es nuestra parroquia y por regalarnos estos días juntos, donde tanto los presentes físicamente como los que vinieron en corazón, compartimos el gozo de hacer feliz a nuestra Amorosa Madre.

Maxiel.

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YO NO LLEVÉ A LA VIRGEN
No cargué con ella. Sí, ya sé que muchos me vieron portar su imagen, cargando su peso sobre mi hombro, pero se equivocan. No fui yo el que la llevó.

Fue Ella la que, con extraordinaria dulzura y delicadeza, me llevó a mí. A todos nosotros.
Porque es Ella, nuestra Buena Madre, la que nos levanta, nos toma en sus brazos y nos lleva junto a Él.

Pablo.

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Hola, soy Liz, ‘JuanAvileña’ de corazón y sí, puedo decir que 3 días vividos en Fátima pueden marcar un antes y un después.

Días antes, allí iba yo: en busca de una mirada, tan solo una pista, un abrazo al alma, y me encontré a una preciosa Madre que no paró de darlos desde el primer momento, al son de las campanadas, diferentes idiomas y rodeada de una comunidad parroquial tan especial.

Coger a Nuestra Señora durante la procesión de antorchas fue una experiencia inolvidable, entendí que la vida puede parecérsele. Había momentos que creía que no podía más y lo relacione con el peso que todos llevamos a cuestas. El mismo, puede ser más ligero si la seguimos rezando a María con el corazón, agradeciendo en cada paso que damos, que las lágrimas pueden brotar no sólo por la tristeza sino también por el honor de tenerla tan cerca (o ambas).

Sentir esa conexión entre el corazón y el entendimiento es algo tan bonito e inexplicable que mi cuerpo me pedía postrarme ante ella, porque además sentía que Ella me hablaba al corazón, el mismo que latía fuertemente de amor, respeto y admiración.

Allí comprendí que podemos poner en práctica lo que muestra Madre dijo a los pastorcillos: ser buenos, rezad y leed; (lo que Ella espera de ti, preguntándole: ¿cuándo es mi momento? Ella lo sabe)

Gracias a las personas que facilitaron esta oportunidad por ser el instrumento de Nuestra Madre.

“Aquí estoy Madre: haz de mí lo que tú quieres que sea”

Con cariño, Licett.

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