Como todos sabeis este pasado mes de noviembre hemos tenido el Libro Fórum dedidado a La Divina Comedia de Dante Alighieri. Pilar ha querido hacernos un resumen de la experiencia tanto para los que pudieron asistir como para los que no. ¡Gracias Pilar!
Dante Alighieri
La Divina Comedia
Dante Alighieri: modelo de conversión
Seamos sinceros, ¿cuántas veces nos hemos preguntado cómo será el cielo, el purgatorio y el infierno? Y cuántas respuestas no han surgido del más variado cariz. Si queremos tener una visión bien elaborada de cómo pueden ser, remitámonos a la literatura, a una de las obras culmen de la literatura universal y cristiana: La Divina Comedia de Dante Alighieri.
Este ha sido uno de los objetivos del Libro Fórum, que hemos retomado tras la pandemia y al que os invitamos a participar. Al coincidir el inicio de esta actividad con el mes de oración por los difuntos, de reflexión sobre los novísimos – muerte, juicio, infierno, cielo y purgatorio-, y con el séptimo centenario de la muerte del poeta, nuestro párroco Jaime Bertodano, gran conocedor de la Divina Comedia, se ofreció a guiarnos a lo largo de este mes por el significado cristiano de esta obra en el mundo actual y en nuestra historia personal. Para mí, y creo que puedo hablar en nombre de aquellos que han asistido al fórum, está siendo una profunda revelación para la mejora de nuestra vida espiritual y para ayudarnos a la conversión en este tiempo de Adviento.
De su autor Dante Alighieri (Florencia c. 1265- Rávena 1321) me es obligado resaltar que es uno de los grandes escritores de la literatura universal. Su obra es fundamental en la evolución del pensamiento medieval al renacentista, en especial en esta zona de influencia de la ciudad estado de Florencia, en la que se está creando un caldo de cultivo para la propulsión de la cultura en todas sus manifestaciones. Asimismo, se le considera el padre del italiano moderno y su pensamiento político fue de extrema modernidad para la época.
Para poder comprender la obra de Dante y su cercanía con el hombre del siglo XXI, es imprescindible dar unas pinceladas sobre su biografía y el momento histórico en el que vive. El poeta nace en la ciudad de Florencia, en un momento convulso de la historia de Europa, y recibe una buena educación para los estándares de la época, destacando una pasión por el poeta romano Virgilio y por convertirse en un hombre de saber enciclopédico.
En la época había dos grandes partidos seculares enfrentados, güelfos y gibelinos, que, salvando las distancias de más de siete siglos, equivaldrían a las luchas que hoy día vivimos con las ideologías que parten del siglo XX. Los güelfos eran los partidarios del Pontificado y los gibelinos los que apoyaban al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Durante esta época estos eran los dos poderes universales que se disputaban el Dominium Mundi. La familia de Dante era favorable al partido güelfo.
Dante en su infancia tiene un encuentro con una niña, Beatriz, que se convierte en el amor platónico de su vida. Dada la política de matrimonios concertados de la época, cada uno contraerá matrimonio con otras personas y además Beatriz fallecerá muy joven. Este hecho trastorna a Dante que construirá su vida dedicada al saber y la política. Ambas jugadas le salen mal, ya que nunca consiguió pasar a la historia por su sabiduría, ni podrá alcanzar dicha en el poder ya que, debido las luchas intestinas de Florencia y el triunfo del bando gibelino, Dante cuyo destino era la ejecución, fue desterrado de por vida, afortunadamente para la posteridad.
En este orden de cosas, Dante, hacia la mitad de su vida, se ha calculado que alrededor de los 35 años, con tres heridas profundas, la muerte de Beatriz, el fracaso en el ámbito del conocimiento y el destierro está sumido en lo que él define como la selva oscura, la ceguera, la creencia de que todo está bien, cuando no es así, Dante está al borde de la condenación eterna. Ante este panorama, las fuerzas celestiales con Nuestra Señora a la cabeza, con la ayuda de Santa Lucía, de la que Dante era devoto, y por supuesto de su amada Beatriz, remueven cielo y tierra, para que nuestro poeta no se condene. A Dante, gracias a esta conspiración de mujeres, que están pendientes de sus pasos, que le aman, se le concede emprender un viaje, guiado por su admirado Virgilio y por Beatriz, que le van a mostrar el infierno, el purgatorio y el cielo, para que no caiga en la tentación de apoyarse en sus propias fuerzas y de ese modo poder ser salvado.
Este viaje es la Divina Comedia. Si tuviera que resumirlo en una frase os diría que es más que un viaje literario, es una maravillosa y fascinante historia de una conversión. Dante, como cualquiera de nosotros, está sumido en la vorágine de la vida, el fracaso de sus proyectos mundanos y se encuentra en una situación personal que le está llevando a la condenación. El gran problema, como nos puede pasar a muchos de nosotros, es que Dante no es consciente de su situación y de que su salvación está en juego. Ahora bien, su viaje es esperanza pura ya que nos muestra como el cielo nos cuida y nos da oportunidades de conversión.
La obra consta de cien cantos, estructurados en tres partes, Infierno, Purgatorio y Cielo. Cada parte consta de treinta y tres cantos cada una, y un canto introductorio. La composición del poema se organiza según el simbolismo del número tres, que simboliza la Trinidad, y con tres personajes principales: Dante, que personifica al ser humano, Beatriz, que personifica la fe y Virgilio, que personifica la razón.
El primer canto, que describe el viaje por el Infierno, es pavoroso. El infierno existe porque es consecuencia de nuestra libertad y como tal, aunque Lucifer sea la figura central, está bajo el gobierno de Dios. La característica del infierno es que en él están los pecadores, mostrándose tal cual son y expresando la verdad que han vivido, sin esperanza, sin deseo, sumidos en la oscuridad, por lo que no se ven las estrellas. Estas últimas son la imagen que Dante utiliza para expresar el deseo ordenado que nos lleva a Dios. Veremos que los tres cantos acaban siempre con esta palabra. Al inicio del canto se describe el lugar de los ignavos, es decir, los tibios, los indolentes, almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal por su elección de cobardía, los que nunca han alimentado nada y ahora alimentan a los gusanos. Tras este estadio se encuentra el limbo, el lugar de los sabios, que se alaban a sí mismos porque no siguieron esperando la llegada del Salvador.
A partir de aquí se desciende a los nueve estadios o círculos que componen la realidad infernal con los castigos correspondientes según los pecados cometidos y la gravedad de estos. El infierno es oscuro, ventoso, fétido, y solo se oyen los gemidos y lamentos de las almas condenadas. En la zona más honda se encuentra Satán, que tiene a las almas, desesperanzadas, sin deseo, paralizadas, sin movimiento. El movimiento veremos que es un elemento fundamental en la obra puesto que según te alejes del infierno comenzará a funcionar el deseo ordenado por Dios y con él, el movimiento, base de la antropología cristiana. Dante nos muestra en el poema como tiene que bajar al infierno para poder hacer un movimiento de subida en su conversión.
En la parte segunda, tras la salida del infierno, Dante es llevado al purgatorio donde la realidad es bien distinta, los pecados siguen existiendo, hay dolor, hay sufrimiento, hay penitencia, pero las almas no están siendo castigadas, están siendo purificadas, están llenas de esperanza, por lo que hay alegría ya que están siendo ordenadas en aquello que no pudieron realizar en la vida terrena para poder así presentarse ante la luz del Señor cuando les corresponda. Las almas cantan, entonan bienaventuranzas, alabanzas y agradecimientos, ya que hay alguien al otro lado de la puerta que nos perdona; hay libertad porque su deseo se está ordenando, están siguiendo al Señor y dejando el pecado atrás. Dante en el canto II manifiesta que él se tiene que purificar de aquello que ha pretendido ser. Aquí arranca su conversión.
La parte más baja del purgatorio es el Ante Purgatorio en el que están los que dejaron el arrepentimiento para el final de su vida. A partir de aquí en lugar de los círculos infernales hay cornisas. Todo ello se caracteriza porque no hay demonios sino ángeles que van borrando las penas, ya que el purgatorio es una gracia de Dios. Se oyen oraciones en forma de canto en las que se pide la gracia, que es fundamental para poder caminar. Una vida ordenada, sin gracia no es posible. En las cornisas del purgatorio hay penitencia comunitaria, hay unión con los otros a diferencia del infierno que es soledad y división. En el canto IX Dante nos relata la eficacia de la oración de la Iglesia terrena y cómo estas son las que hacen que las almas puedan seguir subiendo, puedan seguir en movimiento para llegar la presencia del Señor.
En el último canto, Virgilio desaparece, puesto que él ya no puede llegar al cielo ya que conoció la promesa del Salvador y no esperó lo suficiente, pero Dante no se queda solo puesto que se encuentra con su amada Beatriz que va a ser su guía en el Paraíso. Beatriz, le regaña, porque su muerte terrenal debería haber sido el detonante de su conversión y esta no sucede hasta que le es mostrado el infierno. La muerte, por lo tanto, se nos muestra como un hecho positivo ya que el óbito de Beatriz es la causa de la salvación de Dante. En este punto Dante confiesa y en ese momento, clímax impresionante, Beatriz le pide que se agarre a ella y le une con Cristo, representado en la figura mítica del grifón, que en el mundo medieval representaba la doble naturaleza de Cristo. Beatriz, tras el arrepentimiento del poeta y por la misericordia divina que olvida el mal y hace memoria del bien, es aún más bella. ¿Y por qué lo es? Porque ya es cielo.
En este momento comienza la tercera parte, el Paraíso. Dante se excusa por no saber explicarlo bien. Esto es una característica de muchos santos, así lo manifiesta Santo Tomás de Aquino, Santa Bernadette y San Pablo entre otros. En el inicio de la descripción del paraíso, curiosamente, ya no hay puerta, ya no es necesaria, los que llegan, ya han sido purificados, ya pueden ver la luz. La luz es la fe, y el misterio de la fe es de tal magnitud que aquel que no está debidamente preparado no puede soportarla, y es cegado. Por ello la necesidad de purificación en el purgatorio.
La Trinidad lo embarga todo, hay movimiento y este es cada vez más ligero. La descripción del cielo no es a través de las palabras sino de la música. Las cornisas del purgatorio ahora son nueve cielos angélicos y coros de la bienaventuranza. Dante se encuentra con los santos. Cada uno de ellos ocupa su lugar en el cielo, según la voluntad de Dios, pero al mismo tiempo son, podríamos decir, bidimensionales y están todos juntos, simultáneamente, contemplando el Misterio Divino. Ningún santo está en oposición con su ubicación celestial puesto que ya han llegado al estado de la caridad que es conformar la voluntad con el Ser Amado. Es decir, quiero hacer lo que quiero, que es hacer la voluntad de Dios. Al mismo tiempo cada santo está en un lugar, pero todo es paraíso por lo que no hay queja, no hay desavenencia. Los rivales en la búsqueda de la Verdad, se dan la mano ya que en el cielo no hay tuyos ni míos, se alaba la virtud del otro. En este momento el poeta nos está dando la visión de lo que debería ser la Iglesia.
En el cielo no hay exclusividad, ya que hay plenitud en el amor, cuanta más gente ame a los que yo amo, más amo yo y eso es motivo de alegría no de problemas. El amor es más personal. Pero al mismo tiempo te hace amar más a los demás. Cuanto más Dios, menos yo, pero más yo dentro de Dios.
En el canto XXIV, Dante se encuentra con San Pedro, que le examina sobre la fe, con Santiago, que le pregunta por la esperanza, y con San Juan que inquiere sobre el amor. Beatriz, en este momento, desaparece para ocupar su lugar en el cielo. Dante reza a Beatriz que es santa pero ya no lo hace con el amor de Dante sino con el de Cristo. A partir de aquí, el guía que va a llevar a nuestro protagonista hacia la Virgen y la Trinidad, será San Bernardo. Dante describirá que en el seno de la Trinidad hay un rostro humano- el de Cristo. La obra termina con Dante orando y reflexionando sobre cómo el amor mueve el sol y las estrellas.
Para concluir, ha sido una experiencia magnífica poder disfrutar de este breve monográfico y sobre todo que el Señor, que aprovecha toda ocasión para salvarnos, me ha permitido reflexionar sobre la ceguera que llevo por mi vida y cómo el cielo, que es esperanza, reflejado en nuestro día a día en nuestra madre la Iglesia, está siempre atento a cuidar que no desfallezcamos y a darnos la oportunidad de verdadera conversión, en especial en este tiempo de Adviento que estamos viviendo.
Pilar Solís
7 de diciembre 2021, martes de la segunda semana de adviento
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