Continuamos con la crónica de la peregrinación de familias a Roma para conseguir el Jubileo que tuvo lugar entre el 5 y el 8 de diciembre de 2025. Ahora recorreremos con ellos la parte correspondiente al domingo y el lunes.
¡Gracias por compartirlo con todos! ¡Nos dan ganas de ir!
El domingo pudieron participar y Jaime concelebrar en el altar mayor de la Basílica de San Pedro. A la salida de la Eucaristía participaron en el rezo del Ángelus con el Papa León.
Tuvieron un encuentro muy especial con Enrique, nuestro querido diácono, que ahora es sacerdote en la parroquia Virgen del Carmen de Móstoles con la que estaba de pregrinación.
Tras la comida tuvieron oportunidad de recorrer algunas calles, plazas y lugares de interés como el Pantheon, la plaza Navona o la plaza de Minerva donde se encuentra uno de los trece obeliscos de Roma y este, junto a otros tres, fueron traídos a Roma en tiempos de Domiciano desde Heliópolis. También tuvieron la gran suerte de poder rezar frente a la tumba de San Ignacio de Loyola o la reliquia del brazo de San Francisco Javier que se encuentran en la iglesia del Gesù (en italiano, Chiesa del Sacro Nome di Gesù, o iglesia del Santo Nombre de Jesús), situada en la plaza del Gesù en Roma, es la iglesia madre de la Compañía de Jesús, conocida como los jesuitas.
A última hora de la tarde algunos pudieron acercarse a la Plaza España, y rezar delante de la Embajada de España, frente a la imagen de la Inmaculada a la que al día siguiente, los bomberos ponen una corona de flores ante la presencia de muchos fieles junto al Papa León XIV
El lunes para celebrar la Inmaculada Concepción, pudieron asistir a la Eucaristía en Santa María la Mayor. Fue una misa solemne a la que asistió la embajadora española ante la Santa Sede, Isabel Celá, y una representación de Guardias Civiles. A la salida pudieron contemplar el obelisco que tiene una imagen de María Inmaculada.
En el interior pudimos rezar frente a la tumba del Papa Francisco.
Misa en las Catacumbas de San Calixto (Sábado 6/12/2025)
TESTIMONIOS
En esta peregrinación a Roma, el Señor nos ha llevado de vuelta a lo esencial. Al contemplar la fe de los primeros cristianos, hemos comprendido que todo se resume en buscar y hallar la voluntad de Dios en todas las cosas.
En comunidad hemos experimentado la alegría de caminar juntos, dejándonos purificar de lo accesorio para quedarnos solo con lo que sostiene la vida: Cristo en el centro, libertad interior y disponibilidad total para amar y servir.
Nos volvemos con un deseo profundo: vivir como aquellos primeros discípulos, con un corazón decidido, humilde y dispuesto a entregar la vida por amor, allá donde Él nos envíe.
Damos gracias a todos los santos que nos han acompañado en este viaje; siguen a nuestra disposición como luceros en nuestras oscuridades, recordándonos que el cielo camina con nosotros.
Y agradecemos, de modo especial, a nuestra Madre, con quien hemos podido celebrar que lo que nos parece humanamente imposible, para Dios es posible. Solo hace falta confiar y decir que sí, sabiendo que nuestro “sí” está sostenido en su corazón.
Marta y María de Betania
A.M.D.G

No podía dejar de ver bajo el altar la cúpula con la inscripción:»Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia» (Mateo 16:18)
Este jubileo ha llegado en un momento perfecto para nosotros, me ha llenado de esperanza al recordarme que la vida de fe es un camino, y que lo que se siembra en un momento dado, aunque no se comprenda, suele dar fruto más adelante.
Hace 25 años exactamente, a las pocas semanas de mi llegada a España, mis padres nos llevaron a un viaje por Italia, y mi madre deseaba con intensidad que ganáramos el jubileo juntos, nos explicó la importancia de pasar por la Puerta Santa viviendo los sacramentos. Nos llevó a la misa en San Pedro que aún no sé cómo conseguimos entrar, y Rafa y yo, que estábamos de novios y éramos muy jóvenes, no entendíamos la importancia de aquello y estábamos bastante rebeldes y con caras muy largas, por estar alli en lugar de ver los museos vaticanos, a mi madre no le importó en lo más mínimo, lo hicimos como ella quería a pesar de nuestras quejas.
25 años después, viviendo la miss en el mismo lugar y viendo la columna en la que estábamos apoyados esa primera vez, pero en esta ocasión, viviendo con gran gozo en el corazón y emocionados de poder recibir la Eucaristía allí, nos llegaron de golpe esos recuerdos. Fue como si se alumbrara de pronto el camino recorrido desde entonces y reconociéramos la hermosa historia de cómo el Señor fue moldeándonos poco a poco, y nuestra madre, la Virgen, que nos ha guiado en cada paso, dejando pequeños signos en cada tramo del camino. Ahora con nuestras hijas adolescentes y con una comunidad tan viva en la que nos sentimos en familia. Descubrimos que no sabíamos entonces las gracias que se nos concedieron en ese momento.
Me llena de confianza y esperanza ver cómo nuestros pasos son guiados con amor y el tiempo del Señor es perfecto. El Señor va tejiendo nuestras vidas con mil detalles que nos conducen, si nos dejamos, por el mejor de los caminos, el único que nos llena plenamente, el que nos conduce hacia Él, con tal delicadeza, que sobrecoge, porque nos conoce mucho mejor que nosotros mismos.
Lorena
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